viernes, 30 de mayo de 2014

Mi Doula: Luz femenina en la gestación de mi segundo retoño

   Después de haber sufrido tanta violencia obstétrica en el nacimiento de mi primera hija, me fui informando y supe que para mi próximo embarazo quería tener la compañía de una Doula. Una mujer que me acompañara desde la naturaleza femenina en el proceso de gestar y traer al mundo a mi próximo bebé.
Inicialmente en mi segundo embarazo yo iba camino a una cesárea por recomendación de mi endocrinóloga, por lo que buscaba a alguien me acompañara en el momento en que el bebé se ha ido... Cuándo se lo llevan a vestir, medir, pesar, etc. Cuándo el papá está con el bebé. Y la mamá, queda con un vacío en el vientre. Me había sentido muy sola en esos momentos cuando nació mi hija. Una de mis amigas se había iniciado en su formación-camino de doula. Y aceptó encantada acompañarme durante la gestación y llegada de mi segundo pequeño.

    Pero durante el embarazo se abrió la opción de parto natural. ¡Ahora podía parir! Ni les explico todas las ansiedades, dudas, miedos y mil emociones que sentía en esos momentos. Mi Doula-Amiga me acompañó amorosamente a sacudirme los miedos y prepararme para el PVDC (parto vaginal después de cesárea). Fue maravilloso contar con su ayuda. Después de unas semanas logré sentirme preparada para el parto vaginal que tanto quería. Confiaba en mi cuerpo, en mi ser mujer y mi capacidad de parir. 
Durante la cesárea mi doula me hacía cariño
y me llenaba de palabras dulces.

     
    Llegó el término del embarazo, y ella me acompañaba desde la distancia, yo sabía que estaba ahí para cuando la necesitara, pero al mismo tiempo me dejaba mi espacio para conectarme tranquilamente con la llegada de mi porotín. Pasó la semana 38, la 39, la 40 y la 41. Mi porotito no llegaba. Veía cada vez más cerca la cesárea y más lejos el parto. Ella me contenía amorosamente. Escuchaba mi pena y la transformaba en algo pensable para mi. Me ayudó a mentalizar y aceptar la cesárea. A dejar atrás la sensación de fracaso, por no haber tenido la oportunidad de parir. Si bien mi esposo también me acompañaba y me contenía, era especial la compañía de mi amiga-doula. Porque ella me hablaba en lenguaje de mujer. Era la luz de energía femenina que necesitaba en esos momentos. 

   
   Mi segundo hijo nació en una hermosa cesárea humanizada (de la que ya he escrito). Ese día ella se mantuvo en segundo plano mientras estaba en contacto piel con piel con mi pequeño y mi marido. Respetando nuestro momento familiar. Cuando el papá se fue con nuestro bebé para vestirlo y los controles de rutina. Ella se acercó y me contaba lo que estaba pasando (dónde estaba mi hijo, que ya estaban terminando la cirugía, etc.). Me hacía cariño y me llenaba de palabras dulces. Mi corazón estaba lleno, mi hijo había tenido un nacimiento respetuoso y yo no me sentía ni vacía ni sola. Fue maravilloso contar con su presencia. 

   ¡Carolina, Amiga-Doula, eres una mujer maravillosa! Gracias eternas para ti. 
   

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