“Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. -Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.”
A. De Saint-Exupéry
El lema de esta semana mundial de lactancia materna es “Apoyo a las madres que amamantan: ¡Cercano, continuo y oportuno!”. Nos recuerda una realidad ineludible. La lactancia no es el logro de una sola persona, se requiere de mucho amor, apoyo, información y compañía para tener éxito. Así mismo, la sociedad entera tiene una cuota de responsabilidad en las lactancias que no fueron. Sí, todos. Porque cuando hay una madre amamantando en público, la gente evita mirarla en vez de felicitarla mirándola a los ojos. Muchos desde la ignorancia le recomiendan “un rellenito” en vez de buscar el apoyo adecuado para una madre en crisis de lactancia. Incluso algunos promueven que es buena idea dar el biberón, para “incluir al padre” en la crianza. En este punto me quiero detener. ¿Cómo “incluimos al padre” en la lactancia?
En los animales que son monógamos, y también muchos polígamos, la función del padre es proteger a la(s) madre(s) con sus crías. Traer el alimento y ahuyentar depredadores principalmente. ¿Deberíamos esperar algo muy distinto de la paternidad humana? Claramente la experiencia humana es distinta por ser una especie distinta, con una gran evolución cultural. Sin embargo, no es tan distinto. Podríamos decir en términos simples que el padre se encargar de proveer apoyo o “alimento” espiritual y de “ahuyentar” comentarios que menoscaben a la madre lactante. Ahondemos un poco en esto.
Una madre con un bebé recién nacido necesita mucho apoyo. Desde cosas tan prácticas como ayudarla a cuidar al bebé, para que ella vaya al baño, se duche o coma un poco, a cosas más profundas como el sentirse querida, valorada y amada. Un padre no es más activo en la crianza por mudar pañales o dar un biberón. Un padre es activo en la medida que se involucra emocionalmente con el proceso y entra en sintonía con la diada mamá-bebé. Porque en un principio es así, una relación diádica con el bebé (mamá-bebé solamente). Muchos padres se sienten excluidos en esta etapa, al no saber que su función principal es estar como telón de fondo, permitiendo a la madre conectarse completamente con el bebé, para de a poco ir pasando a una relación tríadica (mamá-papá-bebé). Queridos padres, biológicamente la cría humana está diseñada para apegarse primariamente a una sola persona, generalmente la madre. La madre puede entrar en una depresión post-parto si se siente abrumada durante los primeros meses ante la falta de apoyo físico y/o emocional, con las respectivas consecuencias para el bebé y la familia. La función de ustedes queridos padres, aunque pueda parecer “invisible” en un comienzo, es importantísima para el establecimiento de la lactancia y la relación del bebé con el mundo (de momento su madre). Esto no será así para siempre. Paulatinamente, las guaguas empiezan a desarrollar la sonrisa social y a incluir figuras de apego secundarias como el padre, tíos, abuelos o quien sea que pase muchas horas a la semana en contacto con el bebé.
“Cercano, continuo y oportuno”… ¿Quién más cercano que el padre? Incluso si la relación de pareja se encuentra quebrada, la opinión del padre es importante. Un padre bien informado sobre lactancia materna, entiende que no debe pedir lactancia mixta o destete para poder llevarse “más horas” al bebé, sino ir a visitar a su descendencia en su entorno por el tiempo que sea necesario. ¿Continuo? ¡Sí, por favor! Al iniciar la maternidad, la mujer se encuentra en un estado sicológico especial, llamado puerperio. Producto de las hormonas, estamos un tanto disociadas psicológicamente (lo que nos permite sumergirnos en la conexión con el bebé). Nos sentimos más vulnerables y sensibles al entorno. No creo que exista un exceso de demostraciones de cariño, respeto y admiración hacia la reciente madre. Palabras de aliento, un rico desayuno, prepararle un baño de tina, etc. Seguro que a usted, querido padre, se le ocurre más de una forma de hacer sentir especial a la madre de su hijo/a. No hay nadie mejor que usted para ahuyentar todos los comentarios inoportunos a la madre. Puede buscar información en internet y tener unos 4 o 5 argumentos para rebatir cosas como “parece que llora de hambre”, “y ¿tienes leche todavía?”, “te va a dejar los pechos por el suelo”, etc. Busque en internet: “mitos lactancia materna” y encontrará lo que necesita saber. Y si usted sabe que la “tía Carlota” no es muy pro-lactancia, entonces hable antes en privado respetuosamente con ella y nos evitamos el mal rato.
Una buena estrategia para superar los “consejos no deseados” de los familiares y amigos la sugiere Rosa Jové, en su libro “La crianza feliz”. Cito textualmente. “El discurso o la petición se compone de las siguientes partes:
· Cuando tú… (aquí decimos los que no nos gusta de lo que estamos oyendo).
· Yo me siento… (explicar lo que nos duele con esa crítica).
· Preferiría… (le pedimos que, como persona cercana y que nos ama, no siga por ese camino; incluso le podemos mostrar el que tiene que seguir.
Por ejemplo, cuando tú, querida suegra, me dices que mi niño se queda con hambre, yo me siento mal porque pones en duda mi capacidad de amamantar. Preferiría que no comentaras esto en casa.”
Querido padre lector, no puedo concluir sin agregar lo siguiente. Ser un padre comprometido con la crianza no significa tomarse una foto dando un biberón para que sus amigos vean lo moderno que usted es. Se trata de un trabajo más invisible, pero más fructífero. Si tiene muchas ganas de compartirlo en facebook o twitter, cuente lo orgulloso que se siente de su mujer, lo transformador que ha sido convertirse en padre. Lo puede poner con términos deportivos si desea sonar más masculino, cada uno en su estilo. Por supuesto que es buena idea (y necesario) mudar, portear, alimentar, jugar con el bebé, etc. Pero recuerde siempre que ser un padre comprometido no se trata de reemplazar a la madre, sino trabajar juntos colaborativamente (con una meta común).
Queridas madres lectoras, si a su pareja les cuesta sintonizar con usted en el desafío de la maternidad, cuente hasta diez y busque una manera amorosa de solucionar las cosas. Recordemos que hasta hace poco, ser un buen padre se trataba de proveer económicamente y listo. Puede utilizar la estrategia que propone Rosa Jové o la que a usted más le acomode. Pero siempre “se consiguen más moscas con miel que con vinagre”.
Que tengan una feliz lactancia.
Lorena Mercado-López
Mamá de dos, Prof. Biología,
Dipl. Apego y cuidados tempranos
Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Mamaluz en 2013
Fuentes:
González, C. (2012) “Un regalo para toda la vida”. 1ª Edición. Planeta. Argentina.
Gutman, L. (2009) “La familia nace con el primer hijo”. Nva. Edición. Del nuevo extremo. Argentina.
Jove, R. (2011) “La crianza feliz”. 8ª Edición. La esfera de los libros. España.